La Autora

Tengo una teoría:
La mitad de la gente nace inteligente. La otra mitad, bonita.
Por lo tanto, el que nace inteligente, no puede ser bonito. Y el que nace bonito, no puede ser inteligente.
Aparentemente, yo nací hermosa.

Mi nombre es Johanna, y yo creo que esa fue la base para el desastre en mi vida. Ya desde el vamos, con un nombre así, no se puede esperar mucho. Johanna es un nombre con demasiadas variantes para que lo escriban bien de una. Entonces, pase la mitad de mi infancia tratando de que la gente aprendiese como escribir mi nombre. Todo ese trabajo me quitó tiempo para ser inteligente.
Ahora, cuando no te da la cabeza, como a mí, siempre lo más fácil es quejarse de todo. Eso hace que la gente cambie las cosas a tu alrededor, para que vos dejes de hinchar las pelotas. Es simple. Cuando sos quejoso por natraleza, la gente simplemente, para que te calles, te hace caso. Entonces, las cosas terminan funcionando como queres. Lo cual es bueno. Hasta que creces para darte cuenta que terminaste siendo una quisquillosa patologica envasada al vacío.

Ahora, ¿que tiene de malo eso?
Nada. Si sos Pamela Anderson. Por que aparentemente, Pamela Anderson puede conseguirse un millonario buenmozo. Y ella, siendo Pamela Anderson, puede permitirse no tener neuronas. Por que nadie va a culparla por no saber que carajo es el azafrán. La historia conmigo es un poco diferente. SI yo llego a preguntarles a mis ex en voz de perra orgásmica "¿Qué es el Azafrán?" seguramente me mandarán a la mierda.

Por lo que... decidí continuar mis estudios secundarios tratando de simular que tengo cerebro. Busque y rebusqué la carrera más dificil que encontré. Y ahí estaba esperándome Medicina. Sip. Así como lo oyen, estudio Medicina.

Y aquí estoy, escribiendo, resutado de todo aquello que alguna vez me tocó en suerte. Soy lo que se puede decir, una pequeña rapsodia no-musical (tengo que admitir que desafino hasta tocando el timbre), resultado de piezas diferentes que se juntaron y se mezclaron para dar algo más grande.
Yo, tu, él, nosotros, vosotros, ellos: Todos somos pequeñas rapsodias. Sólo es cuestión de darse cuenta de que no vivimos en un tapper.
Así que dentro nuestro, todos tenemos una sibil, con 16 personalidades, resultado de todas esas piezas.

Les abro las puertas a mis manías, compulsiones y tonterías. Les presento todo lo que me pasa. ¡Bienvenidos a mi cabeza!