La Odisea Armani Exchange

Original de www.fotolog.com/willys_songs

Que cosa divina la moda, el glam y todas las cosas que nos hacen sentir como las estrellas de la tele y el cine. Uno se mira a sí mismo nuevo, moderno, hermoso. Aunque no lo sea. Pero es increíble lo que una buena prenda de ropa puede hacerle a nuestra persona.

Uno va caminando por el Unicenter y nota un local blanco, con las vidrieras hermosas. Mira el nombre del lugar. Armani Exchange. Waa, te sentiste de repente Nicole Kidman. No lo podes evitar, entrás e inmediatamente te dirigís a mirar ropa. Te encantó. Dios!! Mira ese vestido...

Es un sueño. Lo sabes. Y es Armani.De repente, una mano se posa sobre tu hombro. Te das vuelta y un vendedor impresionantemente atractivo, con una sonrisa blanca y ojos celestes debajo de pelo castaño bien peinado, te mira.

- ¿Puedo ayudarte?

Te measte... sabelo.

No podes resistir derretirte. ¿Dónde estuvo ese hombre durante todos esos años? ¡Y vos que estas soltera! Le decís casi automáticamente y controlando que no se te chorrée la baba que te querés probar ese vestido. Él no lo duda.

Te lleva a los vestidores directamente. Te abre la puerta del vestidor. Y ya no sabes que mirar, por que no te decidis qué es mejor. Sobre una pequeña tarima iluminada, hay un espejo reluciente, perfecto esperándote. Durante tres segundos tenes una fantasía de estar arrancándole la ropa con los dientes al vendedor en ese lujoso y perfecto vestidor. Absteniéndote del orgasmo, entras sonriéndole y te pones el vestido.

Y escucha esto:

Te miras al espejo y… No lo podes creer. Te queda como nunca te quedó nada en tu vida. Lucís flaca, esbelta, elegante y sexy a la vez. Perfecta. Te miras de nuevo. Tiene que ser una alucinación. Esa no podes ser vos. Pero sé, esa sos vos. La misma que tiene celulitis, frizz, diez kilos de más… sos vos dentro de un Armani.

Esta decidido, te vas robarte ese espejo (y al vendedor de afuera si te es posible). Es mágico y te sentís Jennifer López. ¿Desde cuándo tenes las pompas tan redonditas?

De repente, algo corta tus pensamientos. El golpeteo en la puerta y al voz del super vendedor diciéndote:

- A ver como te quedo…

No lo dudas… abrís la puerta con cara de perra come-hombres y le mostras cual diva tus atributos en ese minivestido. Sonríe y dice que te queda divino. Y vos, obvio, estas en las nubes mirándole los ojos celestes.

Uf, como te calienta ese tipo.

De repente, aparece el primer desastre. La puerta del vestidor contiguo se abre y por ella sale una rubia perfecta con diez kilos menos que vos, sin frizz y probablemente, sin celulitis. Mira a tu vendedor y luego al suyo, otro machazo impresionante con aire a Antonio Banderas.

- ¿Como me queda? – pregunta la muy puta a ambos

“Divino” responden ambos al unísono.

Y de repente lo notás... tiene tu mismo vestido, pero en varios talles menos. Y, como si fuera poco, a ella le queda mejor. Te mira con una ceja alzada y vuelve al probador, pero sale a los tres segundos.

Se acerca a su vendedor y le pide que le baje el cierre. Típico. Entras a tu probador con bronca y te volvés a mirar al espejo. Seguramente la yegua rubia se ve así todos los días. Pero… ¿Qué te importa? No la vas a ver más en tu vida.

Te sacas el vestido y te volves a poner tu ropa. Y entonces, el segundo desastre… le miraste el precio. Es casi la mitad de tu sueldo. Pero… el vendedor. Sentís que la rubia sale y le dice “me lo llevo”. Te agarra el ataque. Si esa rubia se lo lleva, vos te lo tenes que llevar. Total, es un vestido para toda la vida. Es un Armani.

Que son cuatrocientos mangos… Salís del vestidor y miras al vendedor que te espera con una sonrisa. Queres distraerte antes que arrepentirte de gastar tanta plata. Y esos ojos funcionan genial.

Llegas a la caja, das tu tarjeta de crédito y ves a la rubia irse después de saludar a su vendedor. Pagas y tu vendedor te despide dándote la bolsa. Y de repente, se te da la oportunidad perfecta.

- este sábado a la noche mejor que lo estrenes – te dice mientras te guiña el ojo – anda a romper la noche con ese vestido

Te reís y le contestas.

- ¡Claro! Pero no me decido donde ir… ¿Dónde vas a ir vos?

El vendedor se ríe mientras se acerca su compañero, Antonio banderas. De repente lo notás. El tercer desastre... Antonio le da la mano.

- ¿Nosotros? Vamos a Amerika